Cuando la madre de Vivianita la abrazó, ésta le contó que su amiguita Carmina quería que viviera con ella en su casita, que sus papás ya nunca regresaron y que estaba muy solita, Doña Elva no le contestó nada, pidiéndole a su esposo que se fueran a casa, que se había soltado un frío repentino y que ya no quería hablar más de lo sucedido esa noche.
Pasaron unos días sin que Doña Elva y sus hijos regresaran a su negocio familiar, hasta el Día de Muertos que la carga de trabajo para Don Ramiro era mucha, Vivianita llevó consigo una muñeca para jugar, misma que al regresar a su hogar no llevó, contándole a su mamá que su amiguita se la había pedido porque estaba muy solita, Doña Elva abrazó a su pequeña y no le dijo nada.
A la mañana siguiente le pidió a su esposo que la llevará a la tumba donde habían encontrado a Vivianita, al llegar al lugar se dio cuenta que la muñeca de la nena se encontraba ahí, los nervios se apoderaron de ella cuando sintió que una pequeña le rozo la mejilla, alejándose rápidamente del lugar.
Cuando llegaron a su hogar María los recibió llorando, contándoles que su hermanita no despertaba, que ya la vecina había llamado a una ambulancia, los padres de Vivianita trataron de reanimarla sin éxito, cuando llegaron los paramédicos les indicaron que la niña había fallecido, aparentemente por causas naturales.
Los días siguientes a la muerte de Vivianita fueron muy tristes, la familia viajó a los Estados Unidos para sobrellevar al lado de sus familiares el fatal acontecimiento.
Pasaron dos años cuando decidieron regresar a Monterrey, tristes pero afrontando que la pérdida de su pequeña no podía afectar más de lo que ya estaban sus otros dos hijos, reabrieron su negocio de flores, visitando nuevamente la tumba de Vivianita, que estuvo al cuidado de Don Horacio y su familia en su ausencia.
Cuando estuvieron solos Don Ramiro y Don Horacio, éste le dijo que le contaría algo, pero por favor no se asustara, causando la intriga de su amigo, llevándolo a la tumba donde había comenzado la pesadilla para la familia de Vivianita.
Al estar frente a la puerta, Don Horacio le contó que todas las noches escuchaba a la pequeña Vivianita y a Carmina la niña de la tumba abandonada reír, cantar y hasta las había visto jugar por el cementerio muy contentas, que algunas veces su esposa le dejaba juguetes a Viviana, mismos que al día siguiente aparecían en esa tumba.
Don Ramiro le pidió que no contara nada, que con sólo saber que su pequeñita estaba contenta, donde quiera que estuviera, le daba tranquilidad.
Hoy en día María la hermana mayor de Vivianita, continua con el negocio familiar de venta de flores, quien en compañía de su padre Don Ramiro me contó está historia, menciona que ha escuchado en numerosas ocasiones a clientes que han visto a dos niñas pequeñas jugar entre las tumbas, y ellos saben que es cierto, que se trata de Viviana y su amiguita.
Laurita Garza
@LauritaGarzacom