La mujer del rio Santa CatarinaLa siguiente historia me la contó Don Ignacio, padre de una de mis mejores amigas, el señor me dijo que desde muy joven trabajaba para ayudar a su familia, me contó un hecho que le ocurrió cuando tenía 20 años, mismo que recuerda como algo que realmente le cambió la vida, ya que gracias a eso pudo convertirse en un hombre próspero en varios negocios. Antes de comenzar a contarme su historia, me advirtió que se trataba de algo macabro, yo lo escuché atentamente y ahora se las cuento a ustedes.

Corría el año de 1956, Ignacio salía de trabajar a las 2 de la mañana, a esas horas casi nadie estaba en la calle y la oscura madrugada permanecía en silencio. El joven caminaba todos los días desde Calzada Madero hasta el Centro de Santa Catarina, ya que trabaja en el turno nocturno de una gasolinera.

Los recorridos del trabajo a su casa ya eran cosa de todos los días, sabía bien cuidarse de los malandrines que podían salir de cualquier rincón en la madrugada, estaba seguro porque conocía bien su barrio, Santa Catarina. Sin embargo Ignacio nunca se imaginó que esos recorridos pudieran marcarlo por el resto de su vida, y no precisamente por alguien de éste mundo.

Una de esas madrugadas Ignacio encontró en su camino a dos de sus vecinos, así los tres muchachos decidieron acompañarse y que el trayecto fuera menos aburrido, así que prefirieron acortar camino por el lecho del Río Santa Catarina. Entre broma y broma, Ignacio y sus vecinos aprovecharon la noche típica de verano para comenzar a charlar sobre cuentos de misterio, el sonido del agua que corría era perfecto para acompañar esas historias de cosas que se cuentan de generación en generación. Los muchachos caminaron, no estaban cansados, pero conforme iban aumentando los relatos el nerviosismo se hizo presente entre ellos.

Uno de los vecinos de Ignacio contó que su primo una noche había pasado por el lecho del Río Santa Catarina, justo por el tramo que estaban a punto de pasar. El joven les comentó que su primo había observado la silueta de una mujer joven, de cabello largo y de ropas claras, ella caminaba por el lugar, parecía como perdida y decidió acercarse para ofrecerle ayuda, ya que eran horas inapropiadas para que una dama estuviera sola y por los rumbos, así cuando se acercó, en un abrir y cerrar de ojos la muchacha había desaparecido. El primo del vecino de Ignacio, contó también lo ocurrido a su familia, toda la gente se burló de él.

Justo cuando los tres jóvenes pasaron por el tramo el sonido del agua corriendo aumentó, los grillos ya no se escucharon, lo que sí se escuchaba eran las pequeñas ramitas que caían al lecho. Los muchachos dejaron de platicar, estaban apurados por pasar rápido ya que se habían puesto nerviosos por la pequeña anécdota misteriosa que acababan de escuchar. De pronto los tres al mismo tiempo se encontraron con la joven, ella era tal cual la había descrito el primo del vecino de Ignacio, entre ellos se miraron y apresuraron su paso.

Los muchachos no querían ni voltear a verla, solo observaron como ella estaba sentada en una piedra sobre el río, peinaba su larga cabellera. Cuando los jóvenes pasaron a un lado de ella escucharon su voz, melodiosa y casi cantando “Ignacio”. Esa extraña mujer le había llamado a Ignacio por su nombre, de inmediato y sin decir nada ellos decidieron correr para alejarse de la joven. Luego de varios minutos corriendo sin parar, se detuvieron y voltearon, a lo lejos ya no veían nada. Luego de lo ocurrido decidieron no comentar nada, siguieron caminando hasta que cada quien llegó a su casa.

La historia continuará…

Laurita Garza
@LauritaGarzacom

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