Después de haberme ausentado un tiempo por cuestiones de salud, estoy nuevamente aquí para contarles historias y leyendas de Monterrey, y sus alrededores.

A mi regreso he tenido numerosas invitaciones con familias que tienen algo que compartir, el día de hoy les relato la historia de Vivianita.

La familia Rodríguez, en los años 60 procrearon tres hijos, la más chica llevaba por nombre Viviana. Don Ramiro y Doña Elva, vendían flores cerca del panteón de El Carmen, negocio que era de los padres del señor y que aún conserva la mayor de sus hijas.

La época fuerte del negocio claro está era cuando se aproximaba el día de Los Santos Difuntos, sus hijos eran pequeños, María, Gregorio y Viviana de 10, 8 y 5 años respectivamente.

Don Ramiro tenía mucha amistad con el encargado del panteón, que vivía ahí con su familia, así es que a las seis de la tarde cuando las puertas del camposanto cerraban, se reunían las dos familias para merendar.

Los niños ya estaban acostumbrados a jugar en el cementerio, era tan normal para ellos que no mostraban temor alguno, sus padres les decían que los muertos no hacen daño, que era a los vivos a los que había que temerles.

Una tarde fresca de octubre, Viviana se alejó un poco de los niños, llamando la atención de su hermana María, que la siguió lentamente para no asustarla, se aproximó la niña a una tumba que tenía una casita construida, que se podía ver el interior a través de un cristal, Viviana hacia ademanes como si estuviera platicando con alguien, María se apresuró a acercarse a su hermana, cuando de pronto escuchó risas y llantos a la vez.

Oscureció rápidamente, lo que ocasionó que María perdiera de vista a Viviana, gritándole a su hermana sin recibir respuesta, lo que hizo fue llamar la atención de los adultos, que de inmediato llegaron asustados, preguntándole qué había pasado.

María les contó y empezaron la búsqueda de la pequeña en el cementerio, alumbrando con linternas su camino, cuando de pronto se toparon con una densa neblina que no les permitía ver nada, pero al escuchar la voz de Viviana, se acercaron a la tumba en donde María había perdido de vista a la pequeña.

Y ahí estaba Vivianita, sentada jugando con unas muñecas antiguas y viejas que se encontraban al interior, platicando con alguien que no alcanzaron a distinguir, tocando el vidrio para llamar la atención de la pequeña.

Al darse cuenta la niña que la llamaban trató de salir sin poder lograrlo, Don Ramiro y su amigo, trataron de abrir la puerta que se encontraba con un candado antiguo, mientras Vivianita lloraba desesperada.

Decidió Don Horacio, romper uno de los cristales para sacar a la niña, no comprendieron cómo pudo entrar la pequeña, si la tumba tenía muchos años abandonada y cerrada.

Cuando uno de los ventanales se rompió, un viento fuerte y muy frío se hizo presente en lugar, Don Ramiro sacó a Viviana de la tumba y la llevaron a la casa donde estaban las señoras y el resto de los niños.

Continuará…

Laurita Garza
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