Cuando nos suceden cosas malas regularmente nos enojamos, es algo normal porque no comprendemos el por qué nos toca a nosotros, muchas veces hasta le reprochamos al destino, sin comprender al momento que tal vez eso nos tenía que pasar para abrir los ojos y valorar más lo que tenemos.

Hoy, un año después yo me encuentro agradecida con la vida por otra oportunidad, feliz de estar viviendo y disfrutando lo que nunca creí, comprometida con la sociedad y colaborando con un granito de arena. No es por amor al arte, es por amor a la vida, a Nuevo León, por amor a México.

Desde hace casi tres años he utilizado Twitter no solo para compartir las cosas cotidianas de la vida, ya que todos conocemos lo que ocurre en nuestra hermosa ciudad de Monterrey, en general lo que pasa en Nuevo León, en nuestro país y si nadie nos cuida hay que protegernos nosotros o al menos hay que intentar hacerlo, es por eso que en este tiempo me he dedicado a dar reportes de diversas situaciones. No se pierde tiempo, se evitan daños, así se sencillo.

Sin embargo, hace justo un año, el pasado 25 de agosto del 2011 mi vida cambió. Como muchos regios era clienta de casinos, sin embargo tenía ya más de un año sin acudir a esos lugares, ya que antes de esa fecha se habían registrado diversos ataques a casas de apuesta y preferí evitar el riesgo, al igual que muchos que hemos dejado de ir al Barrio Antiguo o que simplemente intentamos regresar lo más temprano posible a casa.

Ese 25 de agosto una amiga me llamó por teléfono, tenía muchos meses que no la veía y cumplía años. Se festejaría en el Casino Royale (lugar que yo no conocía), había invitado a un pequeño grupo de amigas para celebrar un año más de vida. Por diversas cosas había descuidado a mis amistades, ella estaba tan contenta y al mismo tiempo me reprochaba el distanciamiento, ¿le podía decir que no el día de su cumpleaños?, realmente podía ir, no tenía otro plan y era mi amiga.

Así que acepté la invitación. Llegué al lugar y ya habían llegado todas menos una, ella nos llamó y nos dijo que la esperáramos casi por la entrada, y le hicimos caso. Luego de aproximadamente 40 minutos seguimos esperando, pero nuestra amiga no llegó (gracias a Dios el tráfico la retrasó).

Entonces por el tráfico nuestra amiga no llegó, pero sí llegó una pesadilla que a muchos nos cambió la vida. Fue todo muy rápido, era como una película, las cosas en la vida real no podían ser tan crueles, pero ese día sí cuando nos alarmaron los gritos de quienes llegaron y luego los disparos. Observé que varias señoras ya no estaban jugando, habían caído al piso y ya no se movían, porque así inició todo, le siguieron los gritos ensordecedores de la gente.

De pronto me encontré sin salida, el humo me caló en los ojos y vinieron muchas preguntas a mi mente, casi todo el tiempo me preguntaba: «¿por qué estoy aquí?«. Me enojé conmigo, pero quería vivir y me dejé llevar por mi instinto. Intenté no pisar a nadie, sin embargo pasé sobre varias personas, muchas personas, algunas ya no se movían, me di cuenta porque en el recorrido intenté levantar a varias señoras, pero no respondían. Eran muchas. Es algo que todavía me duele y creo que siempre me dolerá.

Podría hasta llamarse milagro porque de pronto nos encontramos con la única opción para salir, así lo hicimos, gracias a Dios mis amigas y yo salimos. El aire llegó de golpe al cerebro, así lo sentí yo. Pero no comprendía qué había pasado.

Mis amigas y yo caminamos sin decir nada, lo único que queríamos era caminar y alejarnos. A unos metros del Casino Royale de pronto un taxi se paró (nadie le hizo la parada pero supongo se detuvo por como nos veíamos). El taxista era un señor mayor y nos gritó «súbanse rápido«, así lo hicimos.

Ya en el taxi una de mis amigas reaccionó y le dijo al señor que nos llevara a Cumbres porque uno de sus tíos es doctor. El taxista no nos preguntó nada y nos llevó a donde mi amiga le indicó, cuando llegamos ella le dijo que se esperara por favor para pedirle dinero a un familiar y pagar (ya nadie traía su bolsa), pero el señor dijo que no era necesario, «cuídense y que Dios las bendiga muchachas«.

Desde ese entonces no uso jeans, ese día llevaba un pantalón de mezclilla pero sufrí raspones debajo de las rodillas, la sangre y el sudor hicieron que la tela se quedara pegada a la piel, pero ese dolor no se puede comparar con el que vivieron decenas esa tarde. Mis amigas también fueron afortunadas porque solo fueron golpes y una de ellas se lastimó el tobillo, nada de consideración.

Gracias a Dios pude llegar a mi casa, me quedaron golpes y la horrible experiencia vivida. Lo primero que hice fue darme un baño, después de eso tomé mucha agua, recuerdo muy bien que sentía demasiada sed, tenía necesidad de tomar líquidos.

Compartí con mis amigos de Twitter solo un poco de lo que esa tarde había pasado, lo nombré «pesadilla» y realmente lo fue, era lo más horroroso que había vivido, afirmé que jamás iría a un casino, nunca, jamás.

Me preguntaron que si una experiencia así se puede superar, puedo decir que pasé muchos meses sin poder hablar bien del tema, y hoy lo hago porque creo que estoy comprendiendo ese día, y muchos lo han olvidado, solo espero que no se vuelva a repetir una tragedia de ese tipo en nuestro Nuevo León, quisiera que los ciudadanos pudiéramos vivir tranquilos y realmente sin miedo.

Hoy recuerdo esa horrible experiencia, me duelen todas las víctimas de la tragedia, me duele lo que sufren sus familiares. Hoy también celebro un año más de estar viva, está fecha no la puedo olvidar porque volví a nacer, si antes valoraba las cosas ahora lo hago más.

Ana Rent