Cuenta la leyenda...

Ésta historia nos la platicó una persona que vivió en la calle José María Liceaga, de la colonia Pedro Lozano, en la ciudad de Monterrey. Dicha situación ocurrió hace aproximadamente 20 años, ahí vivió ésta familia que tenía una niña pequeña.

Cuentan que tenían un mes de haberse cambiado al lugar cuando la niña comenzó a tener conversaciones con una “amiguita” que ellos no veían, claro está que no le tomaron importancia al hecho ya que es común que en ocasiones los niños se inventen amigos imaginarios, el caso no tuvo relevancia hasta que un día se le observaron a la niña moretones en los brazos, se le notaba inquieta y con miedo a la menor imaginaria, notando también la falta de su muñeca preferida.

Esa noche los padres de la niña trataban de encontrar respuestas a lo que le ocurría a la nena, en ese momento escucharon a una pequeña jugando en el patio, de momento pensaron que se trataba de su hija, pero al salir a buscarla se encontraron con una silueta de una niña que no parecía ser de la época, se sorprendieron y trataron de acercarse un poco más a esa sombra fastasmal, al hacerlo se desvaneció, sintieron desconcierto ya que no podían creer lo que habían visto.

Al tratar de entrar a la cocina se toparon con la sorpresa de que la puerta no abría, no tenía llave pero estaba atrancada con algo que ellos no lograban ver, su hija que se encontraba durmiendo en su recámara gritaba «déjame en paz, no te voy a presar a mi mami, si tienes una búscala», era una desesperación para los padres no poder entrar, rompieron el vidrio de la ventana para forzarla y entrar, querían estar con su hija lo más pronto posible ya que ella no paraba de llorar y gritar, ellos escuchaban la voz de su hija y de la niña fantasma.

Cuando lograron llegar hasta su hija, que se encontraba a llanto abierto, la abrazaron y consolaron hasta que la niña quedó dormida, ellos no se separaron ni un segundo de ella hasta que amaneció, ya no cruzaron palabra alguna, porque no encontraban explicación a lo ocurrido esa noche.

Nos platican que cuando amaneció los dos ya tenían claro que se tenían que ir del lugar, que no podían poner más en peligro a su pequeña hija, llamaron a la dueña de la casa y le contaron lo sucedido, ella por su parte no mostró asombro alguno, les contó que esa era la casa de su abuela y que en ocasiones los renteros que traían niños a vivir a la casa, le desocupaban antes de cumplir un mes en el lugar, pero no le mencionaban el por qué, que ellos eran los primeros en contarle lo que ahí ocurría, pero que no lo ignoraba y les contó que como les dijo era la casa de su abuela y que la niña que veían era la hermana de ésta, llamada Flora, que había desaparecido una noche de tormenta, que nunca la encontraron y que su madre del dolor de no encontrarla se volvió loca y se suicido en el patio de la casa, justo en el árbol que se encontraba en el fondo del patio.

Les mencionó que su abuela quedó huérfana muy chica, que se fue a vivir con una tía pero que al morir su padre heredó la propiedad, hasta llegar a manos de ella, pero que nunca vivió ni su madre ni su familia ahí.

Quedando hecho el trato de que desocuparían la propiedad en los días siguientes, cuidaban a su pequeña más de lo normal, la última noche que estuvieron en la casa, estaban cenando cuando se sintió un frío inexplicable seguido por un ruido extraño como de un trueno, cuando así empezaron a caer las cajas que ya tenían empacadas con los enseres de la cocina, la niña gritó y los padres nerviosos intentaron salir de ahí cuando apareció la niña casi flotando en el aire, tratando de arrebatar a la pequeña de los brazos de su padre, al no lograrlo se enfureció y empezó a golpear a la madre de la niña, gritándole que por qué la había abandonado esa noche de tormenta, sola en el patio, que nunca la perdonaría y que quería tener una madre, hablando con la señora como si creyera que era ella su madre, que le pedía que la acompañará al patio a jugar con ella en el columpio, que le prometía portarse bien y nunca separarse. La señora quedó atónica y asustada, de pronto se fue la luz y una tormenta se desató, los truenos y rayos no se hicieron esperar, con el miedo de que ocurriera una desgracia como pudieron intentaron llegar a la puerta principal, cuando cayó un rayo en el inmenso árbol del patio y comienzo un incendio, las vecinas de inmediato al darse cuenta de lo que ocurría llamaron a bomberos y ambulancias, ya que sabían que la familia se cambiaría de casa por la mañana y suponían que se encontraban adentro de ella.

Lograron salir con ayuda de autoridades, claro sin contarles lo que realmente ocurrió, fue difícil para la pequeña olvidarlo, ya que decía que no quería quedarse solita porque le tenía miedo a Flora, pero conforme paso el tiempo todo quedó en el olvido, la propiedad quedó totalmente destruida, la dueña la vendió como terreno en donde se construyó una vecindad.

Laurita Garza