Que el machismo ya no existe, siguen insistiendo algunos que seguramente tienen una visión muy alejada de la realidad. Es triste decir que en pleno 2016 todavía seguimos padeciendo el machismo en México, qué decir del Norte de nuestro país, qué decir de Nuevo León, donde algunos presumen que somos una sociedad donde se respeta a la mujer. La violencia contra las mujeres no solo es física, nos han vendido que los actos violentos contra la mujer son eso cuando hay puñetazos o patadas, pero no solo es así.
En alguna ocasión tres sujetos arreglados de manera pulcra se toparon a una política en el avión, y al reconocerla soltaron decenas de carcajadas, era obvio que los demás pasajeros nos diéramos cuenta de la situación. Seguramente los padres de esos jóvenes se esforzaron por mandarlos a las mejores escuelas de Nuevo León, lo triste es que no guardaron respeto por los presentes, y menos por aquella mujer que se esforzaba por caminar rápidamente con su maleta para no estropear el tráfico al momento de abordar, mientras sonreía amablemente a quien buscaba su mirada, aquellos muchachos comenzaron a insultarla y a burlarse de ella, que en ningún momento demostró prepotencia por el puesto que ocupa. Los insultos de esa pandilla (Que vestía traje, corbata y zapatos brillantes) fueron sabiamente ignorados por ella, ya que la agresiva actitud solo evidenció a aquellos tres, que minutos después fueron callados por dos sobrecargos, quienes solemnemente les solicitaron comportarse y demostrar educación. Al reclamo se sumó una mujer madura que apoyada por su marido les exclamó a aquellos tres que si su educación se les había quedado en su casa. Durante todo el vuelo hubo silencio, que seguro sirvió a más de uno para reflexionar o qué se yo.
Hace poco escuché a un personaje «políticamente correcto» decirle a una joven: «Si fueras hombre ya te hubiera metido unos chingazos«. No sé cómo se imaginan la escena, pero lo que les puedo decir es que esto fue protagonizado por dos personas de la «alta esfera», con lo que comprobé que la violencia contra la mujer se da en todos los niveles, y en las situaciones más típicas que uno se pudiera imaginar. La chica fingió ser sumisa porque luego de voltear hacia la pared decorada con fino papel tapiz, mostró una leve sonrisa, que seguramente escondía su saber, el saber que estaba siendo violentada y seguramente se guardó bien esas palabras. Posiblemente ese hombre pensó que nadie lo escuchaba y por eso se creyó seguro, y valiente por tratar de imponer su mano en la mesita de centro de color gris rata, que casi se quebraba por el golpe que dio. Aunque no hubo sangre, fue una agresión.
El pasado 10 de Mayo, un sujeto les dijo a las madres de Nuevo León que no esperaran un pastel ni una flor, y que mejor se pusieran a vigilar a sus hijos, que no se lea como consejo, sino más bien como orden, por el tono y por la falta de sensibilidad del mensaje. Quién es él para decirle a una mujer lo que debe esperar o no, quién es él para ordenar a una mujer «lo que debe» hacer, ese sujeto fue el Gobernador. En nuestro Estado vivimos un momento extraño, pues si bien en últimos años se había avanzado a culturizar a la sociedad sobre lo reprobable que era violentar a una mujer, ahora sufrimos de indiferencia. Es preocupante porque la principal figura del Gobierno del Estado de Nuevo León parece fanático de las posturas violentas, los discursos hirientes y presume una imagen machista en sus actos.
Poco después del mensaje insensible a las madres de Nuevo León, el mismo 10 de Mayo, llegó una noticia preocupante: María Elena Chapa dejaba el Instituto Estatal de las Mujeres, tras 12 años de trabajo. Que no se ponga en duda la labor de María Elena, que fue voz de muchas y que diariamente intentaba erradicar la violencia contra la mujer. A diario constataba el por qué debía seguir, porque en nuestro Estado la violencia contra las mujeres es un tema serio, que iba más allá de cualquier línea política, y sigue siendo un problema que para cualquier mandatario debe ser importante, sin embargo todo apunta a que Jaime se la cobró, no le perdonó que hace unos meses ella misma criticara su discurso machista durante campaña.
María Elena sabía que saldría del Instituto Estatal de las Mujeres, desde el año pasado ya hacía comentarios públicos sobre la situación, sin embargo tal vez decidió esperar pacientemente para seguir trabajando por las mujeres de Nuevo León. Fueron 12 años de un trabajo constante que algunas mujeres valoramos, algunas abiertamente y otras calladas, pero nunca indiferentes porque era claro que en nuestro Estado teníamos a una buena representante y eso de alguna forma ayudaba a que se siguiera luchando contra la violencia, que se fomentara el trato digno para la mujer, y que más y más mujeres conociéramos nuestros derechos.
«Yo no tengo cultura del reconocimiento, yo fui creada y formada para trabajar«, fueron las palabras que hace unos meses dio María Elena Chapa, eso solo nos hace pensar que está claro que su perfil no encajaba con el que prefiere el Gobernador, está claro que el perfil de María Elena está muy lejos del que Jaime prefiere para ocupar la oficina principal del Instituto Estatal de las Mujeres, alguien que no tenga el valor de exigirle a él mismo que tenga un comportamiento respetuoso para con las mujeres, alguien que no tenga el conocimiento del tema y que nunca le reclame que la Procuraduría no aplique en todos los casos los protocolos de feminicidio, alguien que jamás se interese por erradicar la violencia contra las mujeres, y que nunca le proponga campañas para que las mujeres conozcan sus derechos.
Yo pienso lo mismo que María Elena Chapa, pienso que las mujeres de Nuevo León merecemos respeto, merecemos un trato digno, no importa el trabajo, la profesión o la actividad que desempeñemos. Es triste saber que en pleno 2016 sigamos siendo testigos de actos violentos contra la mujer y es más triste que la actual administración abandone así al Instituto Estatal de las Mujeres, colocando a un perfil que muy alejado está de la cruda realidad que se vive. La salida de la señora Chapa es un error más de la actual administración, que parece no saber ni por dónde va.
Presiento que María Elena Chapa está tranquila, porque sabe que durante esos largos 12 años dio lo mejor, aunque no fue fácil hizo un gran trabajo en un Estado machista por cultura y costumbre. Sin embargo para una mujer de retos las dificultades son tentadoras, y como es bien sabido Doña María Elena es una mujer a la que no le gustan las cosas sencillas, así que muy seguramente podrá seguir siendo voz de las mujeres desde su propia trinchera. Ojalá que sigamos viendo a grandiosas mujeres siendo incansables y esquivando el látigo que pretende que nos quedemos calladas.
Ana Rent
@AnaRent