El extraño hombre le contó a Roberto que Marisela había sido prometida por el abuelo que trabajaba de caporal de una hacienda, esa noche en que tuvieron el encuentro, caía una torrencial tormenta, él tenía que cruzar a caballo un largo tramo para ir a visitar a su amada, en el camino Benjamín, que era como se llamaba el abuelo de la muchacha, se encontró con dos hombres que le pidieron su ayuda, necesitaban entregar una caja al párroco de la ranchería a donde se dirigía el joven.
Sin perder tiempo montó su caballo y prosiguió su camino, la noche era más oscura que de costumbre, la curiosidad se apoderó de Benjamín, arriba de su caballo abrió la caja que los extraños le habían confiado, encontrándose con dos manitas pequeñas ensangrentadas, en ese momento Roberto interrumpió al extraño que le contaba la historia.
Le dijo que no que quería saber más, que no importaba lo que otros le prometieron, que su esposa era suya y de nadie más, de pronto la energía eléctrica se fue, el cielo se nublo, los truenos y rayos se hicieron presentes, Roberto sintió miedo en ese momento, el extraño hombre reía de una manera macabra.
Roberto se dio cuenta que el extraño no se movía del lugar, con voz fuerte y firme le pidió que tenía que terminar de contarle, ordenándole que tomara asiento para continuar con la historia.
Prosiguió con el relato, le contó que Benjamín arrojó la caja mientras huía del lugar, cuando su caballo lo tiró y se topó con él, traía la cajita que había tirado, diciéndole que harían un trato, a lo que el abuelo de Marisela aceptó, ya que quería abandonar el lugar lo más pronto, el extraño le ofreció a Benjamín riquezas, poderío a cambio del alma de su amada.
Benjamín deseaba el dinero para casarse, la avaricia se apoderó de él, ofreciendo el alma de su primer nieta, ya que veía lejano el día y pensaba que el extraño lo olvidaría, quedaron los dos hombres que el alma de un ser que aún no nacía sería de él cuando fuera desposada.
Roberto enmudeció, deseando que fuera un sueño o pesadilla lo que estaba viviendo, el extraño le dijo que tenía que irse y que llevaría consigo a Marisela, Roberto le pidió que no lo hiciera, que su esposa no tenía nada que ver con el trato hecho por el abuelo, que se lo llevara a él y dejara que su esposa viviera junto a su hijo.
Ante tal petición el extraño hombre miró fijamente a Roberto, de nuevo le preguntó que si estaba seguro de quien era él, el viento soplo muy fuerte, el silencio de Roberto se rompió cuando le contestó que sí, que sí sabía que era el Diablo.
La carcajada soltada por el extraño hombre asustó a Roberto que esperó a que éste le contestaba si aceptó el trato que le propuso, le dijo que sí, efectivamente era el Diablo y que no aceptaba su alma por la de Marisela.
Roberto desesperó, suplicó al hombre un trato, el extraño aceptó sellándolo con sangre, haciendo sangrar la mano derecha de Roberto, prometiendo encontrarse nuevamente el día que él le había fijado para llevarlo consigo.
En la actualidad Don Roberto se encuentra perfectamente de salud, con una posición económica muy sólida, es viudo y sabe que el dÍa pactado por el Diablo está cerca, se siente tranquilo de saber que dejará a su familia sin problema alguno y de haber formado a buenas personas.
Laurita Garza
@LauritaGarzaCom